sábado, 13 de octubre de 2012

Segunda parte *

(Todo debería estar encomillado, y salvedades)

Fáltale el prestigio, esa atracción de los tiempos pasados. 

[ Los ñandéva, nombrados por los otros con la palabra guarayos, de Mariscal Estigarribia todavía con el nombre Lopez de Filippi, siempre goleaban a los hijos de oficiales en el futbol : con esta coyuntura : casi no hablaban, y sus sonrisas lucían  permanentes y condescendientes, mientras los otros se plagueaban y gesticulaban buscando alguna rara sensación de complicidad ]    

Y aún en el Paraguay. No existe un rumbo académico que pueda llevar a la verdad. Su cultura humana y social manifiéstase no por los monumentos artísticos, sino por otras vías, las cuales de por sí podrían haber sido elevadas y sanas. Inclusive desafían con sus raras particularidades las posibilidades del tiempo. 

Sin despotismo le bastó el pecho de sus guerreros en vez de grandes fortalezas, siempre un trato fino y amable, alta moralidad, una lengua artística, y no pocos conocimientos. "No podía haber mejor raza" se interpoló a sí mismo Cristóbal Colón. Y en cuanto a sus instituciones se intuye -una vez adentro- una general certidumbre como de restos de bastas y sabias precedencias. Su organización política pese a toda precariedad, aparece como sólida. Y sobre todo ésto existe una aureola todavía presente en la dilatada gente como  rarísimo espíritu colectivo, tácito, absorbente, altivo y amable.

Los caraivé - aquellos que son más señores o más astutos- pueden denominarse -una denominación muy útil para los temperamentos que piden síntesis- "el tronco de la gran [extendida] raza guaraní". Pero se debe aclarar que no hay todavía muchas certezas sobre el nombre con que se autedenominaban los ciudadanos de la  confederación de pueblos de seis casas. Las palabras guaraní, tupí, arawak, etc son nombres puestos por europeos y acaso por otros americanos; pero no por ellos mismos. Sin embargo hay cierto consenso secreto de que ellos antiguamente podían haberse llamado en reciprocidad íntima  caraivé.

Caracteres morales, desde el punto de vista estrictamente del lacio: costumbres aprobadas por el tiempo inmemorial. Y porque no, aun en el campo de la documentación histórica, elementos de juicio no faltan. Y así, suele atribuirse ideas a otra raza la cual era meramente otra rama de la misma familia que se suponía distinta. Sus verdaderas leyendas todavía no se conocen cabalmente, siendo las "conocidas" meras efusiones de publicistas buscando complicidad a través de ese sport literario. Y su más bella parte nimbea ya en los pasados lejanos con su peculiar e histórica reserva, infinita variedad de estados culturales en la inmensidad que era su dominio territorial. Es en la razón, que está la importancia de las cosas, y no en su mera presencia.

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