miércoles, 3 de octubre de 2012

VII /* El mito del robo del fuego : tata òicó ypy i agué.

"Ñande Ru Tenonde yvy o ñe mbo ai ma": "La tierra de Nuestro Primer Padre ya se ha deshecho".

"Òicó ma yvy pyau" : "Ha surgido ya la nueva tierra".

- "Néi, che ra'y, Te re ó yvýpy, ndee che ra'y Pá Pá Mirï. Ndee ne arandùgui Rèi cuaáne jeguâcáva porärä i. " : - "Bien, mi hijo, ve a la tierra, tú, mi hijo Pá Pá Mirï. Tu, de tu propia sabiduría sabrás a los que llevarán la hermosa insignia".

- "En cuanto conozcas el adorno de plumas llevarás mi palabra y la harás obrar en la tierra. Solamente en virtud de ella sabrás qué hacer en la tierra", dijo Nuestro Primer Padre.

Cuenta Montoya algo de los sapos, o del sapo : "si entra en alguna embarcación, alguno [un navegante] della ha de morir. Yendo yo en una embarcación, con más de 20 personas, oímos todos dos días arreo ruido destas sabandijas, yo ya avisado desta superstición, atendí con cuidado a las acciones de los indios, los cuales se turbaron, buscaron con cuidado estos animalejos, y no se pudieron encubrir si de facto los hubiera, pero fué invención diabólica que por dos días dió música de sapos, sin que en ninguna manera los hubiera. Congojáronse los indios, pero por mi respeto disimularon su pena. Dentro de muy pocos días, en el mismo viaje y embarcación adolecieron algunos de un pestilente tabardillo, y aunque les acudí con sangrías, murieron cuatro dellos".1  

Se debería aceptar la fatalidad o determinismo de aquellos que no conocen el adorno de plumas. Y en lo posible no intervenir ahí y confiar en la inocencia y  en su extraña brújula efectiva.

Pá Pá Mirï es el primer enviado de Ñamandu a la nueva tierra, y lo que primero intuyó fue el provecho del fuego. Para esto armó una complicidad con el sapo, y entonces Pá Pá Mirï dramatizó su falsa muerte para percibir como son los que no conocen el adorno de plumas. Y tratan Pá Pá Mirï y el sapo en estos términos :

- Solamente ellos tienen fuego en la tierra. Yo fingiré estar muerto, a fin de que el fuego de los que se levanten contra mí sea para nuestros hijos. Bien, mi hijo sapo, ponte al acecho: cuando yo me sacuda, lo esparciré: esto lo tragarás en cantidad.

"Lloraron los buitres; porque en ninguna manera alcanzarían la vida perfecta, lloraron."
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1- Antonio Ruiz de Montoya, Conquista Espiritual del Paraguay, Edición El Lector, Asunción 1.996 página 79.

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